Pues bien, aunque ese viernes había estado lloviendo bastante fuerte, por la tarde salió el sol y se quedo una tarde estupenda. La corniche se comenzó a llenar de gente. Usan los espacios verdes y jardines como si estuvieran en el campo, preparándose sus barbacoas, poniendo sus mantas o sillas de camping, etc.
Inmediatemente me entró el pánico. De todos es sabido que en Arabia Saudi no se puede hacer ostentación de otra religión que no sea el islam. Está prohibido llevar crucifijos y cosas así. Encima me habían dicho que las cruzadas habían hecho mucho daño y que una cruz roja sobre fondo blanco era tomado como una ofensa grave. No tenía campo donde correr. No comprendía siquiera como había metido esta camiseta en mi equipaje y, mucho menos, como sabiendo esto se me ocurrió ponérmela. Bueno, el caso es que no fui consciente de todo esto hasta este mismo momento. Fui lo más rápido que pude hacia el coche y para casa.
Debo añadir que nadie me miró mal ni me llamó la atención. No sé que hubiera pasado en Riad, donde son más severos con todos estos temas. Qué mal lo pasé.